Bajo las sinuosas siluetas de las nubes crepusculares los cinco amigos pedaleaban con fuerza.
No había destino ni tan siquiera un solo camino. Las verdes praderas escondían imprevistos senderos, barrancos escarpados y espesas arboledas donde no se divisaba apenas el horizonte.
Era noche de Halloween y todo se envolvía de magia, de misterio y sobretodo de las esperadas vacaciones de otoño.
Ahí estaban Carlitos y su hermano mayor Daniel, Emma (la Valiente), Enriqueta y su topo Leopoldo y el siempre chistoso Juancho.
-¿A qué no me alcanzáis?.-retó Emma al grupo con un gritito de sorna.
-¿A que si?-respondieron todos entre risas.
Todos pedaleaban veloces y felices como siempre lo hacían, esquivando obstáculos y descubriendo nuevos caminos. De repente, Emma a lo lejos pareció perderse entre unas arboledas, la sombra de sus cabellos se desdibujaba a lo lejos y durante unos instantes los demás perdieron a su amiga de vista.
-¡Espéranos, Emma…vas demasiado deprisa! gritaron todos.
-¡Por allí…me ha parecido verla ir hacia las colinas…! -señaló Enriqueta con el brazo extendido. Su topo Leopoldo se mantenía firme en el hombro de su dueña desafiando los largos recorridos en bicicleta , sus brincos y su amor por la velocidad.
Tras unos instantes de incertidumbre y un espeso boscaje, allí estaba finalmente, en lo alto de un promontorio, Emma había escalado una pequeña cumbre para permanecer extasiada contemplando una extraña e inesperada casona.
Todos se apresuraron a dejar las bicicletas junto a la de Emma para correr junto a ella.
Allí se encontraba la casona más estrambótica y enigmática que jamás habían visto.
Toda rodeada de unas verjas con extrañas iniciales, la casa se levantaba en medio de la nada, con grandes ventanales de colores y una puerta que parecía enorme o diminuta según como se mirara.
Los cinco niños y Leopoldo el topo contemplaban el hallazgo sin articular palabra hasta que un resbalón de Juancho disipó el encanto.
-¡Ay…casi me caigo, y eso que estaba concentrado…! -se quejó Juancho atándose los cordones.
Todos se giraron hacia su amigo sonriendo y es que Juancho era tan patoso que le sucedían desventuras por todas partes.
-¿Pe…pero dónde estamos?…¿De quién será esa casa?-Se preguntó Carlitos en voz alta.
-Hemos estado infinidad de veces por estos parajes y nunca antes la habíamos visto…parece una alucinación….-declaró Emma sorprendida.
-¡Mirad chicos…ahí…la puerta se abre…se está abriendo…! -gritó Daniel con una sacudida.
-¡Shhh…callaos todos…tenemos que escondernos! -ordenó su hermano Carlitos a todos.
Rápidamente los cinco niños junto con el topo Leopoldo se agacharon tras el cerro permaneciendo inmóviles. Sus ojos como platos acechaban estupefactos como aquella puerta mágica iba oscilando de tamaño hasta que un enorme lobo traspasó el umbral dirigiéndose al jardín.
-¡Es ..un lobo…y viene hacia nosotros!…-gritó Juancho nuevamente temblando.
-¡Shhhh….nos va a oír y estaremos perdidos, callaos todos de una vez, y no viene hacia aquí, está paseando por el jardín!…-ordenó Emma sin dejar de observar la escena.
-Chicos…me…me quiero ir a casa…-susurró Enriqueta entre dientes.
De repente la cabeza del lobo se ladeó emitiendo un sonoro aullido.
-Ahuuuuuuuu….¿Hay alguien ahí detrás? Ahuuuu…-aullaba el lobo caminando hacia el exterior.
Los niños permanecían inmóviles salvo el topo Leopoldo que empezó a gruñir encaramándose a la cabeza de Enriqueta.
-¿Pero que estás haciendo?…¡Shhh…ven aquí Leopoldo!…-susurró Enriqueta enfadada.
Los firmes pasos del lobo se acercaban sin poder hacer nada, mientras Leopoldo saltaba de cabeza en cabeza completamente alocado.
Los cinco niños cerraron los ojos con fuerza mientras se escuchó una voz :
-Mmmmm….¿Por aquí? ¿Por allá? ….¡Os encontré!…-gritó el gigantesco lobo apartando de un manotazo los matorrales.
-¡Ahggggggg…! -gritaron los cinco niños al unísono sin atreverse a mirar a la bestia que tenían delante.
-¡Ahuuuuuu…pero si os estábamos esperando!..-exclamó el lobo con voz comprensiva.
-No temáis nada niños… sabíamos que merodeabais por estos parajes, y más cuando son vacaciones de Halloween, ¿no es así?..-añadió.
-¿Nos estabais…?…¿Hay …hay alguien más contigo señor lobo? -quiso saber Daniel con aplomo.
De súbito y a lo lejos, los ventanales de colores se fueron abriendo uno a uno como por arte de magia y, de entre sus viejos portones unos extraños seres asomaban sus siluetas saludando de forma inquietante.
Carlitos y su hermano Daniel, Emma, Juancho, Enriqueta y hasta el topo Leopoldo se frotaron los ojos creyendo soñar.
-¡Ahí están mis amigos, contentos de veros…venid conmigo…Ahuuuuuu! -aulló de nuevo el lobo.
Todos se miraron los unos a los otros. Hacía el mediodía estaban todos correteando con sus bicicletas, disfrutando de las vacaciones de la escuela, rodeando el pueblo persiguiendo gallinas, pedaleando como siempre hacia los valles alejados de sus casas…y ahora estaban ante un gigantesco lobo que hablaba, aullaba de alegría y les daba la bienvenida hacia la casa más rara que habían visto en su vida.
El topo Leopoldo pegó un brinco hacia lo alto de la gorra de Carlitos. Le encantaba ir trepando de uno a otro haciendo cosquillas a sus amigos. Sin pensárselo dos veces tomó impulso y se alzó en lo alto de una oreja del lobo moviendo la cola de un lado a otro.
-¡Leopoldo, baja ahora mismo…el señor lobo no quiere que le molesten…! -reprendió Enriqueta a su mascota.
-¡Nooo…me encanta tu amigo… sus manitas afiladas me hacen cosquillas en mi peludo cuerpo¿ sabes?…no le riñas por favor..-demandó el lobo a Enriqueta.
Poco a poco los niños se fueron tranquilizando y comprobaron que el lobo no iba a hacerles ningún daño.
A lo lejos las extrañas siluetas les saludaban como si les conocieran desde siempre, con una alegría inusitada.
-¡Voto a que vayamos a descubrir quienes son…vayamos a la casa, es noche de Halloween y lo pasaremos bien!…-manifestó Emma poniéndose en pie.
-¡Yo me apunto también!…-gritó Daniel.
Carlitos se asombró al ver a su hermano mayor tan decidido y se sumó a la propuesta con entusiasmo también.
-¡Y…y yo voy con vosotros, aquí sólo no me quedo, uff…! -declaró por fin Juancho aturdido provocando la risa de todos.
-Si a tu amigo Leopoldo lo llevo en mi cabeza…¿vendrás con nosotros verdad? -quiso saber el lobo dirigiéndose a Enriqueta.
-¡Hicc..hiccc! -pronunció el topo Leopoldo con las patitas levantadas mirando fijamente a su dueña.
-¡Claro que voy…Leopoldo siempre va conmigo!…-dijo Enriqueta satisfecha.
-Allá vamos todos…pero ¿no olvidáis nada, amigos?-…-preguntó con intriga el lobo.
Casi al instante las cinco bicicletas aparecieron levitando al lado de los chicos, listas y preparadas para ser transportadas una al lado de la otra.
-¡Ohhhhhhh…! ¿Es un truco de magia?…-exclamó Emma mientras los demás observaban con ojos desorbitados.
-Recordad que la noche de Halloween es mágica…¡subid todos a vuestras bicicletas, chicos, os están esperando!.
El viaje fue tan mágico que ninguno de ellos se podía creer estar pedaleando por encima de las nubes, de los árboles, de las montañas. Dirigiéndose a aquella casona tan “abracadabrante” los cinco chicos se dejaban llevar transportados por el viento y capitaneados por su amigo el lobo, con Enriqueta y Leopoldo, el topo, a lomos de su lanoso cuerpo.
-¡Pe…pero si es el Conde Drácula…allí mirad bien!…¡En la ventana roja!….-chilló entusiasmada Enriqueta.
A lomos del lobo pedaleando y con Leopoldo el topo en su hombro no podía dar crédito a lo que sus ojos estaban contemplando.
-¡Pe…pero si estoy viendo a Frankenstein…es mi monstruo favorito…y casi tan patoso como yo…allí chicos, en la ventana verde, y me está saludando!…-gritó exaltado Juancho.
-¡Y…y a mi me saluda la Momia…mirad el pobre que casi no puede ver…mirad como saluda….allí en la ventana azul chicos!…-exclamó Daniel soltando una carcajada.
¡Mirad…ya estamos casi aterrizando…cuando lo expliquemos en la escuela no nos van a creer …mirad, mirad ahí…unas gafas de sol y un sombrero que flotan en el aire, y unos guantes que se mueven solos! Pe…pero si…¡si es el hombre invisible! ¡Tiene que ser él, lo he visto en un cómic de casa, es el mismo chicos!…¡Ahí, en la ventana plateada…mirad todos! … -gritó Carlitos con alegría.
Las miradas de los cinco chicos parecían estar hipnotizadas observando como se iban acercando a la casona. Todo parecía más grande y más destartalado, como si realmente hubiera salido de un cuento.
Las cinco bicicletas se posaron sobre el césped humedecido y cubierto de flores. Los niños se percataron entonces que todos los personajes de las ventanas de colores habían desaparecido de repente. En un abrir y cerrar de ojos la puerta de la entrada cambió de tamaño y se convirtió en un porticón gigantesco que brillaba con reflejos irisados.
El Conde Drácula, Frankenstein, La Momia y el Hombre Invisible fueron saliendo al jardín haciendo una reverencia ante la incrédula mirada de los cinco niños.
-Ahuuuuuuuu….ya estamos todos, queridos niños. Hoy noche de Halloween todo va a ser especialmente mágico…¿nos acompañáis?..-anunció solemnemente el lobo con un sonoro aullido.
Las iniciales de la verja que rodeaba la casa también eran cada una de un color como las ventanas, y cada una representaba una letra: la D de Drácula, F de Frankenstein, M de Momia, I de Invisible y L de Lobo.
-¡Son las letras de vuestros nombres!…¿A..así que vosotros vivís aquí?…-preguntó Enriqueta con curiosidad.
Drácula elevó su capa con majestuosidad y se acercó a los niños con sigilo. Su pálido rostro y sus ojos vidriosos hicieron que los cinco niños retrocedieran con temor.
-No temáis niños…Aquí donde me veis hago el pastel de ajos más delicioso del mundo…eso si, con mermelada de frambuesa y confitura de ciempiés…¡rico rico al paladar! …-exclamó Drácula con voz grave.
-¿Mermelada de frambuesa?…Nyam nyam….se me hace la boca agua señor Drácula. –respondió Juancho entusiasmado.
Un largo vendaje lleno de manchas de todos los colores rodeaba a la Momia que inmóvil permanecía en silencio. El pequeño Daniel se apresuró sin titubear a colocarle bien los vendajes adivinando unos ojos pizpiretos y relucientes.
-Así está mejor señor Momia…¿no es verdad? ¿Y porqué está usted tan sucio?…-preguntó Daniel con una sonrisa.
-Muchas gracias muchacho, mi amigo el hombre invisible no consigue ver los trapos de la cocina y siempre acaba cogiendo mis vendajes… -respondió la Momia .
-Jajaja…que graciosos sois…-exclamó Daniel.
-Así es…debajo de mis gafas de sol y mi bufanda no veo nada, llevo siempre delantal en la cocina y sin que nadie se de cuenta…¡plas …preparo un pastel de jengibre deliciosamente invisible…! -contestó el Hombre Invisible con satisfacción.
-¿Pero sois todos cocineros o algo así, monstruitos?…-quiso saber Emma intrigada.
-¡Si…queremos saber, queremos saber! -repitió Juancho.
-¡Mirad…mirad ahí, la puerta está cambiando su tamaño …es magia!!…¡Se está haciendo muy muy pequeña!…-gritó repentinamente Carlitos con sorpresa.
Los rostros embelesados de Juancho, Emma, Carlitos y su hermano Daniel y Enriqueta contemplaron como un diminuto brujo apareció en el jardín completamente vestido de negro y sombrero puntiagudo. Su nariz alargada sostenían unas gafas que bien parecía que iban a caerse de un momento a otro.
-Feliz Halloween a todos…Habéis llegado por fin chicos, haced el favor de entrar que empieza a refrescar…¡vamos, vamos…! -exclamó el brujo con decisión
-¿E…eres un brujo de verdad?…-exclamó pasmada Enriqueta.
-¡Todos son de verdad…y me van a preparar una mermelada de frambuesa que me la voy a zampar toda!…-contestó Juancho sin pensar.
-Ahuuuuuuu….¿Vienes conmigo amiguito?…Se giró el lobo hacia el topo Leopoldo acariciando su pelaje suave.
-¡Hic..hicc!….-respondió el animalito hacia su amigo el lobo.
Cuando todos se disponían a entrar por la misteriosa puerta cambiante, de súbito la tierra tembló.
El topo Leopoldo saltó hacia su dueña Enriqueta cobijándose tras el cuello de su camisa y todos los niños se arremolinaron temblando sin entender que estaba sucediendo.
Las ventanas de colores, las iniciales de la verja, los porticones anexos a la casa…todo se movía como si un terremoto estuviese sacudiendo la tierra.
Drácula, La Momia, El Hombre Invisible, el Lobo y el brujo empezaron a soltar sonoras carcajadas cada una más estruendosa que la otra.
-¡Haz el favor de venir aquí Franky…ya estás de nuevo perdido entre mis gardenias!…-ordenó el brujo con mucho genio.
-¿Qué está ocurriendo?..-preguntó Emma con curiosidad.
-Ahora lo descubriréis, chicos…-respondió Drácula con intriga.
Como si de un gigante se tratara apareció un ser descomunal por detrás del jardín. Con un traje hecho a retales y enormes zapatones iba avanzando hacia el grupo con una leve sonrisa.
-¡Frankenstein…es Frankenstein!..-gritaron todos con sorpresa.
Con las miradas absortas los chicos observaron como se encaminaba hacia ellos sosteniendo unas flores de su mano colosal.
-E..eres de verdad…te he visto en cuentos y en la tele…y eres tan patoso como yo, y mira yo también tengo una cicatriz en la rodilla!..-exclamó Juancho emocionado.
Todos se giraron hacia el pequeño Juancho con una sonrisa. Con su flequillo despeinado y sus cordones desatados siempre estaba lleno de moratones, se tropezaba al caminar y se olvidaba de todos los recados de su madre. Pero era tan gracioso y bueno que todos le querían y le apreciaban.
Frankenstein se acercó a los niños dando tremendas zancadas y lentamente les entregó una flor a cada uno.
-Me gustan las flores, las magdalenas de chinchetas y leer a la luz del sol…me llamo Frankenstein amigos…-saludó afectuosamente el último monstruito de la casa.
Todos los niños se enternecieron al verle. Era tan gigantescamente dulce que no podían dejar de contemplar su desvalida mirada.
Pasemos todos a mi cocina…rápido que está anocheciendo..-exclamó de repente el brujo con decisión.
-¿A la cocina?…-preguntaron todos con extrañeza.
La misteriosa puerta cambiante fue retornando de tamaño hasta quedar totalmente inclinada. Un picaporte con una gran calabaza se abrió como por arte de magia descubriendo un gran hall completamente cubierto de telarañas, cuadros de todos los monstruitos al revés y lámparas que sostenían velas de colores.
Una vez dentro, la puerta misteriosa se cerró de golpe, giró sola la cerradura y una intrigante música empezó a sonar.
El topo Leopoldo salió disparado de nuevo hacia Enriqueta con los ojos como platos.
¡Hicc..hiccc!..-pronunció el topo una vez dentro de la casa.
-Hay ecoooo…oíd chicos! Ecooooo….-chilló Carlitos girándose sobre si mismo.
-¡Es cierto…es tan grande que nuestras voces se pierden…ecooooo! –repitió Juancho.
-¡Seguidme todos!..-ordenó el brujo caminando rápidamente.
Los pasillos eran tan largos que no se veía el final. Las paredes continuaban decoradas con interminables calabazas, telarañas, y retratos de sus ilustres huéspedes por todas partes.
Los murciélagos recorrían techos y puertas creando formas imposibles,y de súbito ruidos de pasos o gritos se escuchaban venidos del más allá. Parecía todo un teatro, un juego, un sueño, una aventura de Halloween que ninguno de los niños olvidaría jamás.
Una suave fragancia iba envolviendo los pasos de todos, con dulces olores de panes al horno, pasteles decorados y algodones de azúcar.
Todos seguían los pasos del enérgico que caminaba muy decidida hacia la supuesta cocina.
-¡Huele a galletas recién hechas!..-exclamó Enriqueta de la mano de Drácula, que la observaba de reojo.
-¡ Y a palotes de regaliz, y palos de chocolate!…Mmmmmm…¡me los voy a comer todos chicos! …-manifestó Juancho acompañado de Frankenstein.
Carlitos y su hermano Daniel acompañaban a la Momia que iba arrastrando sus sucios vendajes por los pasillos desapareciendo instantes después.
-¿Pe..pero dónde se han ido tus vendajes? …-preguntaron los niños extrañados.
-Nunca se marcharon, mis queridos niños…¿veis?…ya estoy limpio de nuevo. –respondió la Momia .
La turbia figura del Hombre Invisible caminaba con sus gafas de sol, bufanda y guantes que parecían flotar en el aire. De repente se detuvo y se levantó su sombrero con suspense sacando un delantal con su propia cara.
-¿Qué os parece?…¿Os gusta? –preguntó al grupo.
-Ohhhhh…¡cuantos hombres invisibles con el Hombre Invisible..! -sonrió Emma.
-¡Mirad…estamos avanzando y el pasillo llega a su fin…mirad ahí!..-señaló Juancho sorprendido.
Las paredes parecían estrecharse sin ninguna salida posible. Drácula, el Hombre Invisible, la Momia, Frankenstein, el Lobo y el brujito se adelantaron y avanzaron hasta un gigantesco cuadro donde niños se movían, se reían y cocinaban con ellos mismos.
Todos los niños se quedaron extasiados sin comprender. Las paredes cobraban vida y se podían incluso ver otros niños como ellos…¿Pero cómo era posible?
-Ahora queridos niños, bienvenidos. Os invitamos a celebrar nuestro Halloween, a cocinar la tarta más deliciosa que hayáis probado jamás.
El gigantesco cuadro se abrió descubriendo la cocina más fantasmagórica e increíble jamás vista.
De una chimenea flotante emergía un humeante vapor espeso con todos los deleitosos y acaramelados sabores imaginables…arándonos frescos, frambuesas acarameladas, hojaldres de turrón, calabazas confitadas, gominolas de regaliz…pero el color naranja era predominante en la maravillosa cocina de aquella misteriosa casa…el naranja de todas las calabazas del mundo, el naranja de calabazas grandes y enanas, gigantescas o con pepitas de futuras calabazas.
Porque lo que Enriqueta, Carlitos y su hermano Daniel, Emma y Juancho contemplaban arrobados era tan mágico que no conseguían descifrar si era un sueño o realidad.
Frankenstein se adelantó con sus enormes zancadas recogiendo entre sus manos infinitos gránulos de calabazas desperdigados por la cocina.
-Soy tan grandote que mis manos lo recogen todo de un periquete…¿veis chicos?…exclamó satisfecho observando a los niños.
Drácula retiró su elegante capa y se encaminó a olfatear unas confituras de fresa que estaban en los fogones.
-Mmmmm…le falta algo de cocción, el rojo tiene que ser intenso como la sangre, como siempre…-dijo Drácula relamiéndose sus lívidos labios.
-Auuuuuuu….otro Halloween chicos, vamos a trabajar de lo lindo, y para eso necesito mi redecilla para proteger mi sedoso pelaje…-exclamó el Lobo con determinación.
-¿Re…redecilla?..-se preguntó Enriqueta sorprendida.
-Imprescindible para que salga todo a la perfección…Auuuuuu..-respondió el lobo adentrándose en la inverosímil cocina ante la atónita mirada de Enriqueta y los demás.
La figura del Hombre Invisible junto con la Momia caminaron del brazo y se detuvieron en un enorme caldero donde las burbujas llegaban a todos los lugares de la cocina.
Sus guantes descendieron por el caldero removiendo en todas direcciones mientras las vendas de la Momia le servían como rápido trapo de trabajo.
De los fogones borboteaban escobas de bruja, huevos de araña, galleta-monstruos de albaricoque y caldos tenebrosos….todo absolutamente rodeado de infinitas calabazas levitantes y entre platos y cazuelas.
-En…entonces vosotros cocináis las calabazas de Halloween?…¿Sois monstruitos cocineros?…-preguntó Emma emocionada.
-¡Todas las calabazas de Halloween del mundo salen de esta cocina , los dulces y confites para el mundo entero…! -pronunció el brujo, balanceándose en una calabaza con una pícara sonrisa.
-¿De veras es así?..-exclamó Enriqueta anonadada.
-Nuestra casa es mágica….viaja por el mundo para que todos los niños del mundo sepan de dónde salen las calabazas de Halloween, conozcan su procedencia…¿nos queréis ayudar?..será divertido…-exclamó Drácula removiendo su confitura de fresa.
El topo Leopoldo no tardó en roer todos los hojaldres de tutti-frutti que salían de un cesto que aparecía y desaparecía por toda la cocina. Todo cambiaba de lugar en un instante y los niños no paraban de reír.
Las vendas de La Momia estaban tan sucias que a Juancho se le ocurrió hacer un dibujo de la noche de Halloween con sus propias manchas de calabaza…una auténtica obra de arte que resultó ser todo un acierto.
-No puedo creer que todo esto esté sucediendo , chicos… -exclamó Emma contemplando a sus amigos.
-Sois monstruitos buenos y amables…y excelentes cocineros … –dijo Daniel mientras decoraba un pastel de limón.
-A ver…¿Cuántas calabazas llevamos? Hay que cocinar muchas más…¡vamos chicos!…-gritó el brujo a todos.
Y entre burbujas almidonadas pasó el tiempo…las horas se deslizaron con bizcochos de mandarina y bombones de miel, mientras las calabazas se deshacían por todos los rincones de la cocina más asombrosa jamás vista.
Enriqueta viajó con el brujo repartiendo calabazas de uno a otro confín, Emma desapareció junto al Hombre invisible dejando las calabazas más deliciosas por lugares inimaginables, Juancho paseó junto a Frankenstein sorteando charcos y repartiendo flores y calabazas por los restaurantes más elegantes del mundo, Carlitos y Daniel animaron a Drácula a caminar bajo la luz del sol y llegaron a patentar la confitura de fresa más sabrosa de todas…porque todo sucedió en la noche más mágica del año, la más breve y la más eterna.
La luna ya asomaba por las ventanas de colores de la casa. Los niños rodeaban a Frankenstein en un rincón de la cocina observando sus magdalenas de chinchetas, y todo había parecido un sueño.
-¡Mirad…ahí afuera…las bicicletas están flotando como al principio…!..-se fijó Enriqueta.
Debían volver a casa y todo habría sido un Halloween inolvidable.
Hemos viajado, hemos reído, hemos cocinado…hemos soñado…-exclamó Juancho con lágrimas en los ojos abrazando a su amigo Franky.
-¡Esperad amigos…una flor para que no me olvidéis!…susurró Frankenstein con aflicción.
Ya en el jardín, las cinco bicicletas se elevaron por los aires mientras los niños se despedían con sus manos llenas de flores…en un instante aquella casona estrafalaria y repleta de sueños de calabazas desapareció hasta otro confín.