La Bella Durmiente – Capítulo I

Se abre el casting para el nuevo cuento de los Hermanos Grimm. ¿Te lo vas a perder?

¡¡Esperamos que os guste!!

No es que vea mucho los programas que emiten por la televisión, la verdad es que prefiero la lectura de un buen libro, o en su defecto una película o una serie, pero el caso es que el otro día me puse a mirar canales, lo que en inglés llaman zapping, si es que se sigue llamando así, y lo que pude encontrar fue una cantidad de programas temáticos con un formato muy similar.

El formato es muy simple: unos concursantes con una habilidad determinada, en algunos de ellos había más “de terminada” que de habilidad, y unos jueces especialistas, alguno más “especial” que “lista”, que valoraban a esos atrevidos concursantes que osaban mostrar en público de lo que son capaces. En el buen y en el mal sentido.

Y fue en ese momento cuando ocurrió algo en mí, que muy rara vez sucede. Se me encendió la bombilla. Las musas me visitaron. Escuché las fanfarrias de la victoria en mi cerebro. Que se me ocurrió algo, vaya.

Me dio por pensar, que ya tiene miga que para una vez que me da por usar la neurona sea para esto, ¿que habría pasado si los grandes personajes de la literatura hubieran salido de un programa similar al que últimamente nos tienen acostumbrados las cadenas de televisión?

Y más aún, ya rizando el rizo y con mi solitaria neurona rebotando en mi cerebro como si estuviera en una resplandeciente habitación blanca acolchada, ¿Y si esos personajes hubieran salido de un casting convocado por el autor o autores del libro?

¿Y si?, pongamos por ejemplo, ¿los Hermanos Grimm hubieran organizado un casting para buscar la bruja mala de la bella durmiente?

Es una fría noche de invierno en Marburgo de principios del siglo XIX. Una de tantas, aunque por suerte, esta noche no ha hecho presencia ese desagradable y tan recurrente viento de la zona.

Pero eso es algo que hoy no les habría importado a los habitantes de esta ciudad alemana del estado de Hesse, en el centro del país, que no se habrían perdido por nada del mundo el acontecimiento que iba a tener lugar esa noche en el nuevo teatro de la ciudad. Serían testigos del casting de los Hermanos Grimm para un nuevo cuento, que llevaría de nombre “La Bella Durmiente del Bosque”.

En realidad, es el mismo sistema que se utiliza para la selección de cualquier puesto que necesite de una cualificación. Así es como, por ejemplo, se elige al borracho del pueblo. Que duda cabe que fue uno de los casting más complicados: un solo puesto para tanto…. Ciudadano. O memorable fue la selección del personal para el GPU, Grupo de Protesta Unificado, o sea la turba de toda la vida que bien servía para perseguir, con antorchas y rastrillos en mano, a herejes o brujas, o para protestar contra éste o aquél tributo que pretendía meter la mano en sus maltrechas bolsas de monedas.

Pero el casting de esta noche había creado mucha expectación. Era el primer casting organizado por los jóvenes hermanos Grimm, Jacob y Wilhelm, que tenían fama en la ciudad de tener unas ideas un tanto excéntricas para lo que es habitual en la época.

Los requisitos para optar al papel eran bien conocidos por todos los habitantes de Marburgo, de ello se habían encargado los dos hermanos repartiendo carteles con la descripción del personaje por toda la ciudad. Uno idéntico, al que se podía ver colgado de una de las sólidas puertas de roble teutón en la entrada del teatro y que reproduzco a continuación.

Esta noche, los extravagantes autores, andan en busca de uno de los principales personajes de su cuento: una bruja.

—¡Silencio, por favor, silencio! — reclamaba desde hacía un buen rato Jacob, el mayor de los hermanos con gesto compungido, pero sin obtener ningún éxito.

Hay que saber que los vecinos de Marburgo eran gente abierta y animada, muy dispuesta a una buena conversación, y más con una buena jarra de cerveza negra de trigo en las manos, como era costumbre en acontecimientos como este. Y durante todo el día, la verdad.

—¿¡¡CÓMO!!?¿¡¡QUE ESTÁS DICIENDO!!? — Gritó exageradamente Wilhelm para que se le oyera en toda la sala — ¿¡¡QUE YA NO QUEDA CERVEZA!!?

Y un solemne silencio se apodero de unos apenados vecinos. Wilhelm miró a su hermano con una sonrisa y gesto de satisfacción en la cara, a la vez que con las manos, le invitaba a dirigirse a un pueblo mudo por el desconcierto.

—Bien, ehhhh, gracias Wilhelm, por tu, ehhhh, colaboración. Vamos a empezar ya con el primer aspirante que se presenta al papel de bruja malvada del cuento. Ya es muy tarde y seguro que querréis volver a vuestras casas cuanto antes.

Se formó un ligero murmullo entre los asistentes, del que sobresalían comentarios del tipo:

—En casa sólo me espera mi marido.

— En la calle hace mucho frío para salir.

—Pero, ¿es verdad que no hay cerveza?

—Si no hay cerveza me marcho ya.

— Que entre la primera de las aspirantes — dijo Jacob ignorando los comentarios.

El chirrido estridente de unos goznes advirtió al público que la primera candidata entraría por una puerta lateral cercana al escenario, pero en lugar de mirar hacia ella, sus cabezas giraron buscando con desaprobación a Rocco Meyer, el responsable del mantenimiento del teatro, y al que desde hacía varios meses, se le había pedido, muchas, pero que muchas veces, echara un poquito de aceite en esos malditos goznes.

—Mañana — dijo con desgana y sin levantar la vista de su enorme jarra de cerveza. — O pasado.

Todos asintieron convencidos entre murmullos, mientras volvían a prestar atención al primer candidato, candidata en este caso, que ya aparecía por la chirriante puerta.

Era una joven, de no más de 30 años, de piel rosada y tersa, cabello negro como el carbón recogido en un moño y una mirada verde desafiante. Ataviada con un vestido negro que le llegaba por debajo de las rodillas, dejaba ver unos calcetines de rayas horizontales de colores. Parecía que en lugar de andar por el pasillo, flotase el el aire, acariciando el suelo de madera con la punta de unas preciosas zapatillas rojas.

CONTINUARÁ…